lunes, 29 de diciembre de 2008

Los neonazis maricones de la curva

Aún con el pitido continuo en mis oídos y el estómago pidiendo clemencia, os voy a contar lo que en un principio parecía un plan suicida y que ha terminado siendo un viaje memorable.

Viernes: tras la cena de los Ewing, y en concreto a las 5 de las mañana, decidimos irnos al día siguiente a dar un sorpresón a los Avilewings. Éstos, totalmente ajenos a nuestros planes, se iban a ir a la sierra de Gredos a una casa rural en Villarejo del Valle, pueblecillo abulense a unos 60 km de Ávila.

Así que después de comer llené el depósito de la Metaleta, recogí a Zoco Dan y al Papis, y tiramos millas hacia Ávila. Por el camino fuimos recibiendo noticias de nuestro topo infiltrado en el grupo de los Avilewings, en este caso Sete, que nos fue informando puntualmente de que necesitábamos cadenas para subir a Gredos y cosas así. Tb hablamos con el Folles, que tb estaba metido en el ajo y que no pudo venir porque andaba en la cama incubando virus y otros bichejos parecidos.

El viaje fue amenizado por los continuos chistes, cervezas y bromas de estas divertidas que hacemos nosotros, je. Como viene siendo tradición, paramos en Rueda(Valladolid) a comprar vino tinto, aunque la denominación de origen sea de vino blanco. En ese pueblo últimamente mis impulsos naturales siempre me pueden y tuve que ir al baño a echar un pulpo. Al salir, estos dos estaban descojonados porque habían estado gritando en la tienda "a ver si viene este de cagar", así que echamos un cigarro, pusimos el Jugulator de los Judas, y seguimos con nuestro camino.

El volumen de la música fue creciendo poco a poco hasta llegar al nivel sordera crónica, con el que pasamos los puertos de la sierra de Gredos sin necesidad de cadenas ni nada ya que la nieve se apartaba con el ruido de la Metaleta. Llegamos a Villarejo del Valle, y tras perdernos un par de veces finalmente pusimos la oreja en una casa y ahí se oían tenuemente unas guitarras. No podían ser otros, así que llamamos a la puerta y los primeros minutos sólo se pueden describir con el siguiente vídeo:

http://www.youtube.com/watch?v=2gqBiqCmKlc

Bueno, pues tras soltar un montón de tacos y darnos un montón de abrazos, los aún gratamente sorprendidos Avilewings nos hicieron un huequecillo en su casa. Allí estaban Jose, Chopo, La Avu, Rubén, Sete y Txi. Últimamente siempre que estamos todos juntos los conciertos de guitarras de Txi & Chi (más información en http://eutecia.blogspot.com/2007/08/los-txichos.html) se convierten en un clasicazo y esta vez no fue para menos, así que las guitarras fueron enchufadas, el vino fue servido, las partituras sobre el atril fueron colocadas, y presenciamos el concierto, que en esta ocasión contó, también como casi siempre, con la inefable aportación de la Avuela cantando e inventándose tonadillas por doquier, en esta ocasión con Sete como blanco de sus letras tipo Juampa. De hecho estas cancioncillas hacían que pareciésemos maricones, así que si combinamos esta afición nuestra con el gracioso y clásico gesto hitleriano que tanto acostumbramos a hacer, ya podéis imaginaros el porqué del nombre de la crónica, al menos en parte.

Chipo, tras el recital de guitarreo, cogió el coche y la Guadaña y se fue para Ávila. Esto quizá no se entienda bien, pero si os comento que va por ahí con un coche bastante antiguo y que Guadaña = Muerte creo que os quedará mucho más claro.

No sé cómo incluirlo en la crónica, así que ale: Sete en un momento tenía los labios tan rojos que al Papis le dio un ataque de risa creyendo que se los había pintado. Cuando digo ataque de risa ya supondréis que si encima se une a la palabra "Papis" la fiesta está asegurada.

Pues además de todo eso, Jose se había traído el portátil para jugar al Sing-Star versión PC, con unos 12 Gb de canciones. Al principio tímidamente, y luego todos arremolinados y dando saltos como tías viendo a Bisbal, fuimos pasando por el micro y cantando cualquier tipo de canción. Ni que decir tiene que cantamos sobre todo canciones de rock y heavy, pero yo me canté una canción de Shakira y Dani se atrevió con una canción en polaco que resultó ser impresionante.

La gente fue yéndose a sobar: primero Rubén, que estaba enfermo, luego la Avu tras la increíble gesta de comerse 10 croissants de chocolate seguidos, y finalmente Sete, aunque amagó un par de veces de la cama al micrófono cuando le molaba la canción en cuestión.

Teníamos toque de queda impuesto por la dueña de la casa a las "24.00"(literal), así que nos fuimos a las 3 de la mañana a dar una vuelta pensando que no habría ni el tato por la calle. Pues sí que había, nos encontramos con un par de tías y un tío que nos dijeron que la fiesta estaba en el pueblo de al lado, a unos 3 km. Reacios a andar, y por supuesto a coger el coche, dimos una vuelta por el pueblo hasta instalarnos en una curva cercana a un riachuelo. Esa es la famosa curva en donde instauramos el nombre de neonazis maricones de la curva, en clara referencia a los típicos casos chorras de los que habla Iker Jiménez en sus programas.

Ahí el Papis se marcó un monólogo sobre El Orejudo, un niño irlandés al que llamaban así en su última visita a Dublín("eh, Orejudo, where´s the nearest pub?") y que debía vivir donde ellos se hospedaban.

Pues mira tú por dónde que esa carretera en la que estábamos era la que iba hacia el pueblo de la fiesta, y que los tíos que minutos antes habíamos conocido iban para allá en coche. Pararon, nos dijeron cómo había que ir, y echamos a andar ya que no cabíamos todos en el coche(aunque luego veremos que sí cabíamos todos, en parte ya que nos habíamos metido otras 5 ó 6 birras pal body).

Recorrimos los cuatro -que no tres- kilómetros que nos separaban de San Esteban del Valle, y por pura suerte nos vimos inmersos en una discoteca llamanda M. Ophelia que estaba llena de pibones y con un ambiente que ni en Burgos ni en Ávila se ve en fiestas.

Pues volvimos a hinchar los sacos del odio como si fuesen las cámaras de aire de las Reebok de Pämp y empezamos a reactivarnos nuevamente. La música que allí ponían sólo puedo describirla, desde mi "vasto" conocimiento del ambiente discotequil, como una puta mierda. No conocíamos ni una sola canción y parece como si en los mercadillos de esta zona no trajesen la música del resto del mundo. Eso sí, nos descojonamos pensando que era parte del Ibiza Mix '76. Como la situación no cambiaba, y viendo que el pinchadiscos resultó ser una pinchadiscos, nos acercamos para allá y conseguimos que nos pusiese un par de canciones de guitarreo español.

Pues allí anduvimos hasta más allá de las 6, en que encendieron las luces, y estuvimos un buen rato hablando con la pinchadiscos y con las tías y tío del pueblo que previamente habíamos conocido. De hecho a la ida no fuimos con ellos en el coche, pero a la vuelta nos metimos los 9 en el coche, incluyendo al Papis y a Dan en el maletero.

Nuestros anfitriones eran la mar de curiosos: una de las chicas era un pibón, otra era un estufón, y el chico era un crack de estos de pueblo que imitaba el sonido de la matanza del cerdo y, sobre todo, de una motosierra, de forma acojonante. Nos llevaron a casa, el pibón saltó casi del coche en marcha viendo las ganas de empalamiento que había entre los presentes, y Elena y Javi, que así se llamaban los otros dos, se vinieron con nosotros a casa a echar unas birras.

Abrimos la puerta y fuimos a presentar a nuestros nuevos amigos a los que estaban sobando. A Rubén le dejamos en paz ya que estaba malo, y fuimos directos a por la Avuela. En cuanto entramos en su cuarto y vio a la chica soltó "coño, me habéis traído una putilla". Tres segundos más tarde le presentamos a su novio.

Lo mejor fue, aunque yo no lo vi, que Sete, el cual dormía en el piso de arriba, se olió la tostada y se levantó antes de que subiésemos para allá como los hunos, así que cuando subieron éstos, Sete estaba a la puerta de su cuarto esperándoles, pero eso sí, empalmao.

Pues un par de birras más tarde nos metimos a la cama y ale, a roncar.

Nos fuimos despidiendo de los primeros que se fueron para casa(Txi y Sete), recogimos lo que quedaba, nos tomamos un vermut en el pueblo, dimos un paseo por la Curva del Orejudo, y pusimos tierra de por medio hacia el Bar Restaurante Asesina de la Pala, en Mengamuñoz, Ávila.

El camino, lleno de curvas y puertos de montaña, hizo mella en el Papis que hizo honor a su apodo. Tras darnos una vuelta por el pueblo nos pusimos a papear esa comida Sveltesse que se mete la gente para el cuerpo por esa zona: alubias de El Barco de Ávila, migas, patatas revolconas, y en este caso caldereta de cordero. Todo ello, y hasta decir "basta, por favor, pegadme un tiro antes de traer más" por el módico precio de 10 euros por cabeza.

Luego ya nos fuimos para Ávila, donde nos tomamos un cafetito y conocimos a Tere(amiga de los Avilewings), nos dimos unos cuantos abrazos y nos montamos en la Metaleta para irnos de vuelta a Burgos.

Y nada mais. Espero que haya sido de su agrado y feliz mazonzo-entrada de año a todos.

Un queso
Ewing

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